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enero 19, 2025
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¿Qué habrá pasado hoy?

Es de noche y estoy sentado en el jardín. Hoy pasó algo muy extraño: me levanté en la mañana, desayuné y fui a votar. Sí, hoy eran las elecciones. Me cambié de ropa, me calcé y salí a la calle. Yo siempre voto en un colegio que queda a unas ocho o nueve cuadras de mi casa. Iba mirando el suelo y pensando algunas cosas. El día estaba tranquilo como en años anteriores. A una cuadra del lugar noté que no se veía la multitud que acostumbro ver en estos días. “Genial, va a ser rápido”, pensé. Llegué al colegio que siempre, en cada elección, suele estar repleto de gente, entré al lugar y busqué la mesa donde me correspondía votar. No había nadie.
El día estaba soleado y escuchaba cantar a los pájaros—hasta ahora los escucho—; el colegio estaba vacío, no había nadie ahí dentro. Nadie había ido a votar o todos ya habían votado, sea cual fuese el caso, no había nadie votando y no había nadie sentado en las mesas esperando, recibiendo y controlando el proceso de votación. Saqué mi celular para fijarme la fecha y la hora que había agendado en el calendario, y todo estaba bien, incluso revisé la dirección del lugar para asegurarme de no haber entrado en cualquier otro lado, pero todo estaba bien.
Fue algo muy extraño lo que pasó esta mañana. Una vez que confirmé cada detalle, busqué gente adentro del colegio para saber qué era lo que pasaba, pero no encontré a nadie. Entré también a las aulas que funcionaban como “cuarto obscuro”, las mesas estaban dispuestas como si llevaran encima las boletas de los candidatos postulados, y ahora viene lo más extraño: las mesas sí llevaban boletas, pero me fijé y estaban en blanco. No pude hacer más de lo que hice esta mañana, yo fui a votar como “Dios manda” y no había nadie, no creo que me sancionen, después de todo no fue mi culpa.
Volví por el mismo camino que fui, pero en ese momento, tengo que confesar, sí iba pensando en lo que había pasado y no en cualquier otra cosa. El día estaba a pleno sol y nubes blancas, escuchaba los pájaros como los escucho ahora, vi a la gente en sus casas comiendo juntos en el patio delantero y riendo, no había autos en la calle ni ningún otro vehículo, no había personas más que yo caminando, no había otro ruido más que el de las risas que iban apareciendo y desapareciendo en el recorrido de vuelta hacia mi casa.
Llegué y prendí el televisor, comenzó a hacer un ruido espantoso, era que no había programación alguna. Cambié de canal una y otra vez, y nada. Intenté entrar a las redes sociales y, más tarde, a Internet, y no pude, el Wi-Fi no funcionaba y tampoco había señal. Sin más que hacer, saqué una silla al patio y me senté solo. El viento acariciaba mi rostro. Cerré los ojos unos minutos, respiré, volví a abrir los ojos y los colores eran más vivos, podía ver cosas y el viento hacía remolinos entre las nubes y el sol.
Ahora, de noche, me sigo preguntando qué habrá pasado hoy.

Franco Pou.

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